sábado, 12 de septiembre de 2020

Comentario critico. Charles Pierre Baudelaire

 LA DESTRUCCIÓN


El demonio se agita a mi lado sin cesar;

flota a mi alrededor cual aire impalpable;

lo respiro, siento cómo quema mi pulmón

y lo llena de un deseo eterno y culpable.

A veces toma, conocedor de mi amor al arte,

la forma de la más seductora mujer,

y bajo especiales pretextos hipócritas

acostumbra mi gusto a nefandos placeres.

Así me conduce, lejos de la mirada de Dios,

jadeante y destrozado de fatiga, al centro

de las llanuras del hastío, profundas y desiertas,

y lanza a mis ojos, llenos de confusión,

sucias vestiduras, heridas abiertas,

¡y el aderezo sangriento de la destrucción!



Como una auténtica confesión de culpa, sentimiento muy presente en la obra del poeta francés. En este poema Baudelaire refiere cómo en la lucha entre el bien y el mal, entre Dios y el Demonio, es este último el que lo arrastra hacia la Destrucción “lejos de la vista de Dios”. Es una elección que él hace de manera inconsciente, como algo innato que no puede eludir, pues el Demonio está en el aire y él no puede evitar respirarlo. Pero esto no lo exime de la culpa, que aparece en el poema en forma de deseo erótico. Es entonces cuando el mal se la aparece como una mujer fatal, con apariencia de bruja, de manera que, una vez más, el amor se nos muestra en la poesía de Baudelaire como una pasión que lleva a la destrucción, como en su propia vida real pudo experimentar a través de sus relaciones con prostitutas. En los terceto finales se concreta cómo está pasión erótica masoquista a la que se abandona el poeta en una fiesta orgiástica en la que, como les ocurría a las bacantes, se arroja a un frenesí de destrucción, humillación y muerte, (mancillados vestidos, heridas palpitantes”). 

Es interesante destacar otros motivos muy frecuentes en la obra de Baudelaire:

La belleza también es posible encontrarla en lo más bajo, en la forma de esa mujer bruja seductora.

El  hastío vital, propio de los simbolistas y, más tarde, de los modernistas, por el que el artista siente un aburrimiento ante la sociedad burguesa industrial a la que pertenece, que le hace huir a través de la belleza.     

El texto pertenece al género lírico. Los versos alejandrinos franceses son una estructura métrica del soneto del texto francés, no así la rima. El modernismo rescata su deseo de renovación. El uso del ritmo como vía para crear belleza poética, que intenta representar, a su vez, la belleza de la creación, siendo un pilar del movimiento simbolista y modernista


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